top of page

La bala gigante

            A veces no sé dónde  ni cuándo comienza el sueño, simplemente  estoy en él.  Es el caso de  aquel sueño, en que realicé un viaje cósmico, estoy segura.

            

                         Recuerdo  que  me vi  frente a un extraño  objeto plateado  con la forma  de bala gigante, o la de un cohete en posición horizontal, de base aplanada, apoyado en tierra.Tenía ventanas semejantes a las de los aviones y una puerta rebatible que, volcada hacia abajo, formaba escalones. Por dentro estaba iluminado. Lo primero que pensé fue que se trataba de una nave espacial.   

 

           De la oscuridad, desde atrás de mis espaldas, comenzaban a aparecer jóvenes de ambos sexos que pasaban a mi lado sin verme, como si fuera invisible, y subían la escalera de esa especie de OVNI, en riguroso orden, sin apuro, uno detrás de otro. Y yo con ellos. Era la única persona mayor. Nadie me detuvo. Nadie me hablaba.

 

                          El interior era común, parecido a un avión, pero todo blanco y sin portaequipajes. Sólo me sorprendió la ausencia de tripulación. Me acomodé en un asiento. La puerta se cerró y, poco después, oí un zumbido y ya estábamos en el aire. No tuve ninguna sensación de malestar físico.  

 

       Lo que vi por la ventanilla fue lo más extraordinario y excitante que jamás haya visto. Algo tan maravilloso, que se me hace difícil encontrar las palabras para describirlo pero, al mismo tiempo, sentí la aterradora y aplastante sensación de una inmensidad sin límites. El entorno se veía negro, salpicado de estrellas grandes y más pequeñas. No sólo blancas, también de colores. Muchos colores. Delante de mi ventana pasaban verdaderas ráfagas rojas, verdes, amarillas, azules. No había sonido. Todo era silencio y color. Estaba convencida de que se trataba de un viaje interplanetario.  

 

                    No pude medir el tiempo que estuvimos en el espacio. Pero, de pronto, descendimos. Cuando bajé detrás del grupo, creí pisar el Paraiso. La nave se había posado sobre su base en el claro de un inmenso parque lleno de flores, rodeado de un bosque o selva, que no logré precisar bien. Nadie nos esperba.   

 

                          Me pregunté  qué estaba  haciendo alli, sola  con esos jóvenes que parecían no verme y que se mo-vían como en estado de trance. ¿Para qué se había realizado este viaje? ¿Quiénes lo habían dirigido? ¿Serían ellos tan invisibles para mí como yo para mis acompañantes?   

 

          De pronto, una idea  surgió en mi mente y todo me pareció claro. Traer a personas jóvenes a ese lugar, se había hecho con un único objetivo: el de poblar otro planeta. Ese, en el que nos encontrábamos en aquel momento, en algún lugar del cosmos, de quién sabe qué galaxia. Y a mí me habían llevado como testigo, mientras dormìa, para que lo contara. 

bottom of page